Los sabios cabalistas aseguran que cuando un alma vuelve a aterrizar en el mundo físico, se divide en dos polaridades, una masculina y otra femenina. Estos dos fragmentos de una misma raíz, están destinados a encontrarse o, de alguna forma, se sentirán incompletos.
Otras culturas, con otros eruditos, afirman que la única parte de nuestro cuerpo que permanece cuando volvemos a encarnar son los ojos, independientemente de la época, el sexo o la forma de nuestro vehículo corporal.
Quizá por una o ambas razones la reconocí en cuanto nos vimos. Ella era a quien buscaba, no cabía duda. Al fin había encontrado la porción de mi alma que perdí en el salto inter dimensional.
Antes de conocerla la echaba de menos y desde que nos reencontramos mi mundo se puso patas arriba. Nada era igual antes de “tenerla” y nada permaneció igual después su compañía. Algo similar que con el nacimiento de Cristo. Un hito en mi vida.
Quien me conoce tan solo un poquito sabe que ella es
, efectivamente, el amor de mi vida.Es un amor que va más allá del Eros de Romeo y Julieta. Nada que ver con las medias naranjas o las telenovelas.
Ella es mi equipo, mi compinche, mi socio y mi refugio. Un único ser que cumple muchos roles.
A veces me pregunto cómo puede ser una persona amante y a la vez madre. Porque ella lo es.
Miro al cielo y le doy gracias a Dios cada día, porque de entre todas las mujeres eligió a la mejor para mí.
Atenea, Afrodita y hasta el mismísimo Rey Midas duermen conmigo. Qué fortuna la mía.
El tiempo pasa muy deprisa a su lado y ya son cuatro años juntos cosechando aventuras. Hemos recorrido medio mundo y elevado las misiones de muchas almas. Porque con Carla nada resta, nada queda igual. Todo se multiplica.




Desde siempre confié en aquella fábula de las almas gemelas y ahora puedo celebrar que es una certeza.
Las personas que vienen a los retiros muchas veces nos preguntan el secreto para trabajar juntos tan bien, tan unidos, tan equilibrados.
Y el único secreto es ese: estar con la persona correcta. Porque hay una para ti entre todos los cientos de miles que habitan en el mundo.
Puede que, al igual que yo, ya tengas la enorme suerte de haberla encontrado. De no ser así, por favor, no tires la toalla, porque él o ella, quién sabe si al otro lado del mundo o en el barrio de al lado, también te espera.
Te preguntarás por qué escribo esta carta. El motivo es muy simple, nos hemos separado unos días de vacaciones, ella con su familia y yo con la mía. Y, aunque parezca tonto, ya la echo de menos. Solo han sido cuatro días, pero para mí es todo un mundo. Los que no se han reencontrado con su espejo álmico puede que jamás lo entiendan. Solo puedo decirte que para mí es como si se llevasen mis piernas a otra parte. Imagínate cómo voy a caminar sin ella.
Que los locos lo llamen apego, que los cuerdos lo llamen dependencia.
Pero para mí, el amor es lo único por lo que merece la pena vivir.
Qué bonito regalo 🤍 mi amor.
Las palabras se quedan cortas para expresar lo que somos. Y todo lo que te quiero.
Al mismo tiempo, me gustaría celebrar todas esas conversaciones difíciles, sacrificios y ajustes que llevamos a cabo cada día con cabeza y espíritu, para que esta relación sea tan mágica en esta tierra, como los otros planos.
Te amo bolli 🦁
Sergio,
te leo y no puedo evitar sonreír con cierta ternura antigua. Hay algo en tus palabras que me recuerda al primer vértigo de saber que uno ha encontrado. Esa certeza serena —y al mismo tiempo brutal— de que ya no hay marcha atrás, de que, como tú dices, nada es igual después.
Yo también creo en ese amor que no se mide en fuegos artificiales sino en silencios compartidos, en rutinas que se vuelven refugio, en la certeza de que el otro no viene a completarte, sino a recordarte quién eres cuando te atreves a ser del todo.
Con Vicky llevo ya más de media vida. No somos almas gemelas en el sentido de que seamos iguales o complementarios como piezas de puzzle. Lo nuestro ha sido más bien aprender a mirarnos cada vez de nuevo, a crecer sin perdernos de vista, a sostenernos incluso cuando cada uno ha tenido que caminar un rato por su cuenta.
No es un amor de leyenda. Es un amor real. Con horarios, discusiones, noches de series, manos que se rozan sin pensarlo y una complicidad que se ha hecho fuerte en los años, como el vino que se queda a vivir en una barrica y no necesita aplausos para ser profundo.
Entiendo tu nostalgia de estos días. Cuando estás con la persona correcta, la distancia no se mide en kilómetros sino en gestos que faltan. Pero también sé que el amor verdadero no se deshace por unos días de ausencia. Al contrario: a veces se reafirma en el hueco, en el echar de menos, en el “me haces falta” que no necesita dramatismos.
Gracias por compartir este pedazo de ti. Ojalá muchos se animen a escribir también desde ahí: desde lo que dura, desde lo que cuida, desde lo que se elige cada día.
Un abrazo desde este lado del amor vivido,
Pedro