En las últimas semanas, casi diría meses, me he encontrado más desubicado de lo que me gustaría, con menos creatividad de la que acostumbro y con la energía vital bastante justa.
Posiblemente, me había acostumbrado a surfear la realidad acumulando éxitos y momentos vitales muy gratificantes. Sin embargo, como todos sabemos, no siempre se dan las circunstancias para que nuestros deseos se vean satisfechos. El Universo llevaba tiempo advirtiéndome de que venían curvas y que tocaba volver a nadar un poco en el fango. Y efectivamente, así está ocurriendo.
Casi siempre que las cosas no van como yo espero, me encuentro con mi querida maestra, la frustración. Ese ente emocional que me enseña que la vida no sucede como yo quiero, sino como necesito. Por poco que me guste el colegio, debo recordar que hemos venido a este mundo a aprender.
Al ver que mi paleta de colores se mudaba a los grises y al negro, me he visto obligado a revisar mi segundo libro, El Viaje de los Sentimientos, para no caer en la hipocresía de “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.
Buscando en el índice, encontré a mi querida frustración en la página 51
Allí encontré un cuento en honor a Pinocho que narra la historia de un viejo carpintero que no era capaz de lograr una ambiciosa creación, nada más y nada menos que un ser humano. Solamente voy a compartirte una frase:
“Amado creador, en cada fracaso se forjaron las raíces de tu gran obra”.
Nuestra gran obra de arte es nuestra propia vida. Y en sus brochazos imperfectos está su dulzura, en cada trazo donde tembló la mano se siente el valor del que perseveró y solamente en la rúbrica se muestra el gran corazón de aquel o aquella que, pese a todo, nunca tiró la toalla.
Ahora más que nunca, le pido a Dios que las esfinges o los oponentes no me nublen la visión. Que se mantengan ahí los obstáculos para fortalecer mi espíritu y que la llama de Prometeo haga arder el sillón en el que trato de acomodarme.
Pido por mí y por todos mis compañeros.
Ojalá sepamos danzar en el filo de los péndulos y que seamos tan sabios como para derribar a los mismísimos Jinetes del Apocalipsis. De esta partida de ajedrez solo saldrán ganadores los que sepan jugar con paciencia y buen tino. Esos pocos que no se dejan llevar por las corrientes del azar o la casualidad. Porque los que de verdad entienden la ingeniería del Universo saben que la suerte es una ley no conocida.
Gracias a la maestra frustración por enseñarme a vivir bajo mi propio credo, que no es otro que este:
No tengo claro que la vida suceda como necesitamos. Más bien como le viene en gana. Ahora bien, la Maestra Frustración, es necesaria, y creo que en las nuevas generaciones más aún.
Me ha gustado mucho, gracias!
Dejarlo impreso para poder leerle en más de una ocasión, eso haré hoy.
Gracias por compartir, es todo un regalo para mí. 🙏🏼