¿Qué escribiría si fuese mi último día en este planeta?, me preguntaba estos días mientras leía sobre el juicio y la muerte de nuestro sabio Sócrates allá por el 399 a.C. ¿Qué harías tú, querido lector, si pudieras saber de antemano que te quedan un puñado de horas de existencia?
Yo, por mi parte, como no dispongo de esa información, ni tampoco deseo preguntar al Oráculo de Delfos por la misma, trato de crear cada día una vida que merezca la pena ser vivida. Intento no posponer decisiones, viajes o deudas, pues el tiempo corre rápido y no sé cuándo se borrarán los mapas de mi realidad.
Me ha inspirado especialmente la actitud del filósofo griego. Sócrates fue acusado injustamente de corromper a la juventud y de impiedad hacia los dioses, hechos por los cuales, el tribunal ateniense lo condenó a muerte. Sus discípulos, Platón incluido, trataron de organizar su fuga de la cárcel para que pudiera continuar viviendo lejos de Atenas. Pero él, firme a sus valores de justicia y templanza, rechazó la ayuda de sus amigos y aceptó su destino con pasmosa tranquilidad.
¿Qué hizo entonces Sócrates en su último día de vida?
Sencillamente, lo que venía haciendo en sus últimas décadas: enseñar a sus alumnos, inspirarles y ser un vivo ejemplo de lo que hoy conocemos como desarrollo personal.
Cito unas famosas palabras que el filósofo pronunció durante sus últimas horas:
Todo hombre que durante su vida ha renunciado a los placeres y a los bienes del cuerpo, y los ha mirado como extraños maléficos, que solo se ha entregado a los placeres de la ciencia y ha puesto su alma no adornos extraños sino adornos que le son propios, como la templanza, la justicia, la fortaleza, la libertad, la verdad, semejante hombre debe esperar tranquilamente la hora de su partida para el Hades, estando siempre dispuesto para este viaje cuando quiera el destino lo llame.
Creo que no hace falta ser una eminencia o una estrella de Hollywood para inspirar a nuestro pequeño círculo. Una actitud, una renuncia, un gesto amable, algo aparentemente sencillo pero único. No tendría que ser necesario esperar a que nos persiga la muerte para ser noble o buscar la excelencia.
Yo no sé si del otro lado habrá Cielo, Olimpo o Valhalla, pero por si acaso, escribiré hoy como si tuviera mi última bala de tinta, amaré como si los depósitos de mi corazón fueran a extinguirse y pintaré luces en todas las sombras de quien por suerte o por destino se cruce en mi camino.
Si me dijesen que me quedan pocas horas de vida, les haría una transferencia a mis padres o hermanas del poco dinero que tengo ahorrado para que, con ello, cuidasen a mis 3 gatas y luego, me echaría felizmente( por 1ªvez en mi vida) a esperar el ansiado momento que espero sea el punto final, que no exista ni cielo, ni infierno, ni reencarnaciones, ni resurrecciones, ni vida más allá...
Ah y a mis seres queridos no les diría nada especial, ya en vida les he hecho saber lo que les quiero todos los dias
Excelente forma de abandonar este plano de existencia. Ya lo que nos espera del otro lado nadie sabe.
Gracias por tu comentario Estela, me encanta leeros. 🙏🏼❤️